Los miedos
... en el lugar de una mujer...
A quince años de la muerte de mi padre.
El poeta[2] dice:
Me da un poco de
miedo
que llegue la
noche
que llegue la
muerte.
(Con reloj
o sin él
el tiempo
pasa igual)
Y compra otro cuaderno y sigue escribiendo. No importa. Tiene otros tantos inconclusos, inacabados, con muchas páginas en blanco. No importa. A veces –es como en el sexo- no se puede terminar, la cuestión es seguir.
El miedo a la muerte es un miedo teórico, un miedo irreal; la muerte es real pero es incognoscible. Dicen por ahí que también está el miedo a lo desconocido pero ese miedo es distinto. El miedo a la muerte es una fantasía, la fantasía de pensar el mundo sin uno –sin yo- con uno menos, y que eso nada importa, el mundo sigue, los que te quisieron te recordarán sólo por algún tiempo[3].
El peor de los miedos es el miedo al paso del tiempo, ese que nos pasa por encima –y por dentro- y que conduce a los peores lugares: la vejez, la incapacidad, el dolor y la enfermedad.
Lo peor de este miedo es que puede reactivarse por cualquier otro, el miedo que causa el espacio y todos los medios de locomoción desde los animales hasta los aviones.
El miedo a las palabras también es su sucedáneo; las palabras que no nos atrevemos a pronunciar, las palabras que no queremos que nos digan, las palabras que el bebé no sabe articular para decir lo que le pasa, las palabras que no nos alcanzan para decir lo que sentimos.
Las palabras nos causan miedo porque sólo se pueden articular en el tiempo, con el tiempo, a veces –algunas- sólo después de mucho tiempo y el tiempo no viene solo siempre viaja en compañía de la muerte.
El que está solo es el hombre “el hombre que está solo y espera” ¡¿ qué espera ?! si el tiempo nunca espera.
Con reloj o sin reloj
tarde o temprano
el tiempo siempre pasa
igual.
Bah ... no siempre igual, a veces hay tiempos tranquilos, tiempos productivos o de jubileo y tiempos que lo arrasan todo, que destruyen toda una vida o años de civilización, hay tiempos pausados, tiempos pobres y tiempos ricos.
A veces hay tiempo y a veces no hay
más tiempo.
Quizá en esto radique el origen del miedo al tiempo, no saber cuando hay tiempo y cuando no, cuando es tiempo y cuando
no
y vivir como si hubiera tiempo
y como si ya no lo hubiera.
El miedo es una defensa contra ese saber, ese saber que no hay saber, ya que el único que sabe es el tiempo, pero no es conciente de ello.
¡Cronos espera!
Cronos espera que el bocado sea
más apetitoso[4].
El tiempo se va “el tiempo va y viene” ese es sólo un dicho ya que el tiempo siempre se va aún cuando viene.
Una película de ciencia ficción –y de que otra ciencia podemos hablar que no sea la ciencia como una ficción- propone el temerario e interesante argumento de tener que “viajar” al pasado para producir que el presente exista.
Desde el pasado se produce el presente y desde el presente el futuro que un día también será pasado aunque Ud. ni yo lo veamos.
Pero habíamos empezado hablando de los miedos, ese particular desasosiego del alma que se desborda e invade el cuerpo con sudores y palpitaciones que no son más que las manifestaciones de un cuerpo sin sujeto, puro predicado sin nombre, que se agita como hojas en la tormenta[5].
Digo, y si el viento cesa, y si el tiempo para, la inmóvil danza de las hojas fijas por un instante una letra en el libro del tiempo. Ojalá puedas –algún día- gozar del viento y de la quietud de las hojas. El viento escribe. Yo escribo.
Los miedos me aguardan -a cada momento- agazapados de mil formas, no sé si podré esquivar sus zarpazos, pero estaré advertido, despierto o dormido dejaré que pase; que pasen y se vayan.
¿Acaso los miedos no serán una oportunidad para juntarnos a charlar y hacer otras cosas ?
¿Acaso el miedo no será el origen de nuestra sociedad y nuestra sociabilidad ?
Miedo: ¿miedo a qué? a las arañas o a lo que se pueda decir de mí ?
Miedo a los espacios cerrados y a los espacios abiertos.
Miedo al espacio y al tiempo.
Miedo al ser y a la nada.
Miedo al fracaso y miedo al éxito.
Miedo a los libros que no he escrito.
Miedo al día en que termine el miedo.
Miedo a buscar y miedo a encontrar.
El miedo no es tonto pero nos puede dejar atontados, quietos, paralizados queriendo detener el tiempo.
Aprovecho el cierre de un espacio físico para tomarme mi tiempo, el tiempo que es mío y me pertenece.
Punto y aparte.
Punto y coma.
Punto y beba.
Punto y tome.
Punto y coja.
Punto y crea.
Punto y mire.
Punto y vea.
Punto y diga.
Punto y punto.
El miedo es un deseo de saber
de saber que no hay saber.
Los miedos: fin (enumeración no exhaustiva)
Miedo al amor. Miedo a que te dejen. Miedo a que te quieran. Miedo a comer. Miedo a cruzar la calle. Miedo a las palomas. Miedo a los buitres. Miedo a beber. Miedo a tomar. Miedo a toser. Miedo a caminar. Miedo a cojer[6]. Miedo a respirar. Miedo a irse. Miedo a volver. Miedo a renunciar. Miedo a comprometerse. Miedo a decir que sí. Miedo a decir que no. Miedo a salir. Miedo a entrar. Miedo a querer. Miedo a no poder. Miedo a realizar lo que se desea. Miedo a no poder realizar lo que se desea. Miedo a la panza. Miedo a estar flaco. Miedo a que se le note. Miedo a que no se note. Miedo a estar. Miedo a pasar desapercibido. Miedo sin miedo. Miedo a dormirse sin despertar. Miedo a pensar. Miedo leal. Miedo desleal. Miedo a la verdad. Miedo a la mentira . Miedo a la justicia. Miedo a la injusticia. Miedo al teléfono. Miedo a las facturas. Miedo a los impuestos. Miedo a la jubilación. Miedo al trabajo y miedo al desempleo. Miedo a los ricos. Miedo a los pobres. Miedos, miedos y miedos.
Miedo a las bibliotecas. Miedo a la ignorancia y miedo a la sabiduría. Miedo a la oscuridad y miedo a la luz. Miedo a la salud y miedo a las enfermedades. Miedo al piso y miedo al techo. Miedo al agua. Miedo al aire. Miedo a las alturas y miedo a las profundidades. Miedo a la realidad y miedo a la fantasía. Miedo, miedo y más miedo.
Miedo a querer y miedo a odiar. Miedo al dolor. Miedo a la anestesia. Miedo a las ratas. Miedo a los gatos. Miedo a los perros y miedo a las perras. Miedo a las pulgas. Miedo a las ladillas. Miedo a las garrapatas. Miedo a los zapatos. Miedo a las medias. Miedo a la ropa y miedo a la desnudez. Miedo a todo y miedo a la nada. Miedo al pasado y miedo al futuro y miedo al presente. Miedo a vivir. Miedo a morir. Miedo a que vengas. Miedo a que te vayas. Miedo al frío. Miedo al calor. Miedo a lo que se ve. Miedo a lo que no se ve. Miedo a la pobreza. Miedo a la honra. Miedo a la deshonra. Miedo al invierno. Miedo al verano. Miedo al otoño. Miedo a la primavera. Miedo a la belleza. Miedo al horror. Miedo a las bicicletas. Miedo a las motos grandes y pequeñas. Miedo a los shoppings. Miedo a las vírgenes y miedo a las putas y miedo a los putos. Miedo a dios y miedo a los dioses. Miedo a cielo. Miedo al infierno. Miedo a la tentación y miedo a la decisión. Miedo a hablar. Miedo a callar. Miedo al público. Miedo a que no te publiquen. Miedo al desconocimiento. Miedo a conocimiento. Miedo a eludir. Miedo a acertar. Miedo a la humillación y miedo a la gloria.
Miedo a saber y miedo a no saber.
Miedo al atardecer y miedo al amanecer.
Miedo de día y miedo de noche.
Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo.
Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo. Miedo.
Miedo a tener miedo y el círculo se cierra como la serpiente que se muerde la cola.
Tengo miedo
a la muerte
al sufrimiento.
Quiero que la muerte llegue
dormido
–sin darme cuenta-
pero no todavía.
El vacío se
impone nada
lo puede llenar.
[1] Me senté en un bar, pedí un submarino y me puse a escribir. El mozo me preguntó: ¿amarillo?, perplejo le digo -¡cómo?- él aclara -el submarino ... amarillo ?
[2] El poeta soy yo.
[3] Aunque a fuerza de ser sincero debo decir que algunos te recordarán toda la vida, es decir durante toda sus vidas, que tampoco son eternas.
[4] Pobre, el autor se cita a sí mismo.
[5] Libro homónimo de Lin Yutang., Leaves in the storm.
[6] No es un error de ortografía, ya lo expliqué en otros lugares, la jota tiene aquí valor diacrítico para expresar el significado de copular que tiene el verbo en esta parte del mundo.
3 Comments:
Guau, me gustó mucho!!
Cuando leí tantas veces seguidas la palabra miedo , se me mezclaba con medio y me reí pensando que el miedo te transforma a veces en media persona - a veces casi en un gusano a decir verdad - y te parte al medio también.
Y sí, los miedos son el origen o la razón de nuestra sociabilidad y al mismo tiempo la causa de nuestra definitiva soledad.
Por suerte, hay momentos gloriosos que nos consuelan de tanto miedo.
Y a veces también, querido Rodo, miramos a algunos miedos que supieron aterrorizarnos y casi nos dan risa. Eso es algo bueno que el tiempo también trae consigo.
Simplemente deslumbrante!!!!!!! nunca me había puesto a pensar en la cantidad de miedos que existen...Gracias por recopilarlos, ahora los tendré en cuenta para tenerle un poco menos de "miedo" a ciertos "miedos"...
Te quiero!!
El miedo al tiempo me hizo recordar a mi escritor favorito, Jorge Luis Borges, "atrapado" en los dos grande enigmas de la humanidad: los espejos (uno mismo) y el tiempo, un misterio insondable y que llegó a obsesionarlo.
Te felicito por mantener viva tu creatividad y te agradezco por dejarme pensando en cosas que me elevan de la chatura cotidiana.
Cariños,
Tu editora
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